viernes, 30 de diciembre de 2011

Bolívar.

De viaje, en un lugar con campo. Mucho campo por todas partes, y en toda esa cosa inmensa, me imagino corriendo. Sola. Hacia el fin de todo, como si se terminara y pudiese tocar el cielo como una cartulina. Una cosa que alguien puso ahí, adrede, pared de cielo. Y el campo entonces también sería mentira. Y yo corro, sigo corriendo.
En Bolívar pasan este tipo de cosas. Casi nadie, pareciera darse cuenta que el campo es tan inmenso que no nos alcanza el cuerpo para habitarlo. Pareciera que acá no somos nada, pareciera que acá no soy nada.

En medio de todo eso, pensaba que cómo se llamaba esta canción, hasta que me iluminé. Era de Sandro y los de Fuego. Me imaginé, entonces, el campo con esta música de fondo. Y quizás una chica corriendo por ahí, tratando de tocar paredes celestes, esperanzada por que el espacio también sea algo finito.

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