jueves, 25 de octubre de 2012

mudanza

Te soltaste el pelo y me miraste,
el sol te daba justo en la cara. El pelo te brillaba más que nunca,
pensé que sería algo respecto al shampoo
a ese, al nuevo.
Pero no. Resulta que estabas más linda,
relucías,
recordé que decian que cuando una mujer reluce
es porque trae un alguien adentro
Pero no. Resulta que estabas más linda,
y no llevabas a nadie puesto.
Sola vos,
bastabas.
La mudanza comenzó con esa imagen tuya,
y yo,
que por poco me caigo redonda al verte así,
entendí que no hacía falta hablar,
seguir hablando.
Hay que desmitificar,
de vez en cuando,
no viene mal.
Nada mal viene.
Resulta que cuando yo me soltaba el pelo,
nada brillaba,
solamente algunas liendres sonreían.
y a vos te gustaba ese efecto.
La mudanza no pasaba por los bolsos,
ni los trastos,
sino que todo lo contrario,
lo nuevo se correspondía con tu belleza,
la nueva cosa adquirida.
La nueva chica, en mi casa.
Abajo de la ducha pensé en todo esto
y no recuerdo si era que lloraba,
o que la presión del agua estaba más bien buena.
Mejorada.
Me esperaste ahí, tirada,
con los pelos volados,
sí, bien sueltos.
Ahora era yo la que estaba mojada, desvencijada,
desmejorada.
Cambiar de casa,
dicen,
es un poco llevar a alguien dentro.
Qué bueno que estás cerca,
pensé,
que puedo echarte la culpa de todo esto.
Nada nunca duró tanto,
como ese bolso tan lleno.
No hay cosa menos estable,
que yo, en este tiempo.


vos y yo nunca
hablamos
de la verguenza que nos daba
traer a alguien a casa.