jueves, 29 de marzo de 2012

dulce.

sos tan dulce conmigo
y yo no sé por qué
no dejo de ver
bebés cayéndose
de sus cunas
de sus moiseses
de los brazos de sus mamases
de las terrazas de sus departamentos
bebés que se mueren
así
cayéndose.

frágiles bebés
de mamás torpes.

sos tan dulce conmigo y yo no sé por qué no pienso más que en gritarte hasta reventarte todo, así, por adentro también, hasta que se te vean las sangres. Se te vean desde afuera las sangres, rojas o púrpuras, como cuando están frescas- las sangres- Sos tan dulce conmigo, y me das silencio y nada más.

Quiero sentarme encima tuyo y borrarte del mapa.
Sos tan dulce conmigo que comerte sería diabetes C.

Nunca antes, en un recital,
se me había cruzado por la cabeza que te cruzaría. Así de húmedo, de transpirado. Y que serías tan dulce conmigo,
en un recital.
Con música de la de verdad. En vivo, transpiración del músico. Y vos, camiseta transpirada.
Y dulce, abrazando a la chica,
debajo de un mar de gente. Salada la gente, como en el mar, nomás que sudada acá.
Y ella, la chica, pensando cómo aniquilar a este oso hormiguero
tan bueno y trompudo.
Tan sano.
Tan para ella.

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